domingo, 27 de diciembre de 2009

361 Futuro


Autor*Porfirio Barba Jacob
Decid cuando yo muera... (¡y el día esté lejano!)
soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,
en el vital deliquio por siempre insaciado,
era la llama al viento...

Vagó, sensual y triste, por las islas de su América;
en un pinar de Honduras vigorizó el aliento;
la tierra mexicana le dio su rebeldía,
su libertad, su fuerza... Y era una llama al viento.

De simas no sondadas subía a las estrellas;
un gran dolor incógnito vibraba por su acento;
fue sabio en sus abismos, y humilde, humilde, humilde,
porque no es nada una llamita al viento.

Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,
que nunca humana lira jamás esclareció,
y nadie ha comprendido su trágico lamento...
Era una llama al viento y el viento la apagó.

2 comentarios:

  1. Estoy segura de que no podré decir nada porque no estaré aquí, soy de las que prefieren decirlo ahora, asi que es una llama y el viento la aviva sin remedio.

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  2. Llamas somos, sin remedio, una abrazo amiga, bienvenida.

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