sábado, 16 de enero de 2010

016 Amor constante más allá de la muerte


Autor*Francisco de Quevedo
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

3 comentarios:

  1. Me encanta este poema desde que lo leí en el instituto:) un biquiñoooooo:))

    ResponderEliminar
  2. Precioso, real, y emotivo, un beso amigo.

    ResponderEliminar
  3. Gracias amigas, un beso a las dos y mucha suerte

    ResponderEliminar